Las décadas se escurren en el escritorio
se apilan bajo el pisa papel
Estabilidad, dicen algunos
remuneración del conforme
¿ocho horas diarias no bastan?
Sueños y metas que devanan
con la agonía de la tarde
Incertidumbre del futuro rutinario
que amenaza las luces lejanas
La monotonía como cátedra impartida
por el decano tiempo
¿Acaso un letargo sin fín?
Dios me libre de una jubilación trágica
me libre del deprimente bregar para extraños
de dar mis sextagenarias fuerzas
cruelmente, como por destajos
Me libre de enriquecer sin enriquecerme…