Quietud de altura
oigo la brisa sibilante
cual intruso a las afueras
de mi itinerante morada
como si
de un merodeador
se tratase
en vigilia perenne
de noche y día
Estrepitoso paso
de sereno y rocío
Quizás, un espíritu de altura
El alma de la montaña
Cándido helor de compañía
que va y viene, y golpea
y despierta
¿Acaso la montaña respira,
o es este
un latido sosegado
de la Madre Tierra?